¡Hola! Soy Rosana

 

Escritora, hábil comunicadora, emprendedora, casada y mamá de un niño.

A  mis 16 años:

 clip iconMe encantaba el mundo esotérico.

clip iconTenía muchas preguntas de las que no obtuve respuesta

clip iconQuería ser astróloga

Y a los 19 me eché novio y me perdí.

Y la ilusión e inocencia de los 16 años se desvaneció.

El miedo que sentía a perder a mi pareja de entonces y mi falta de autoestima tomaron el protagonismo.

Y así viví, durante 9 años, alienada. 

Cada año que pasaba, me alejaba más y más de mi esencia y no era nada consciente de lo que significaba la felicidad y el bienestar de verdad en una relación.

Un día, la tristeza se adueñó de mi vida:

Me despertaba cada día con un pesar muy fuerte, lloraba constantemente y no sabía el por qué.

Comencé a ir a terapia a escondidas de él, ya que no lo aprobaba.

Para que te hagas una idea del infierno en el que me encontraba. Como siempre digo, viví un auténtico secuestro voluntario.

En muy pocos meses por fin desperté, le dejé y por tanto, rompí los grilletes que me mantenían en esa relación tóxica.

Por primera vez en casi una década, me sentía libre. 

Entonces comencé a recordar mi identidad de adolescente, recordé aquella niña de 16 años que un día le pidió un deseo a las estrellas.

Deseos que comenzaban siempre así:

“Cuando sea mayor deseo… vivir fuera de España.”

Y por fin llegó la hora de cumplir ese deseo.

Sin embargo, no había sanado emocionalmente, así que volví a caer en brazos de un hombre tóxico.

Esta vez no necesité 9 años, en tan solo unos meses mi relación ya hacía aguas.

No obstante, me costó mucho pasar página.

Debido a la presión de ver a todas mis amigas casadas y con hijos, y a mi volviendo a casa de mis padres a mi edad, sin trabajo y sin dinero.

Me sentía un fiasco.

Así que volví a hacer varios tipos de terapia, y en plena sesión de Reiki escuché una voz:

 “Vete, Rosana. Aléjate del acomodamiento de papá y mamá. Esta vez lo vas a conseguir.”

Esta vez me marché a Barcelona.

Y volví a acordarme de otro deseo que en mi adolescencia, le pedí a las estrellas:

 “Cuando sea mayor deseo…. ser Astróloga y escritora.”

En  Barcelona, además de trabajar para ganarme un sueldo, tuve 3 metas:

ribbon iconAprender astrología de la mano de grandes astrólogos profesionales.

ribbon iconPerfeccionar la técnica de la escritura, logrando transformar mi diario en dos novelas de ficción y experimentando una catarsis, como dicen los psicólogos.

ribbon iconSeguir sanando mi relación con los hombres y la percepción sobre mi misma.

En este último punto, la Astrología se convirtió en un punto de inflexión. 

En un antes y un después.

 Jamás olvidaré mi primera lectura de Carta natal.

En ella había un diagnóstico que explicaba por qué me relacionaba así con las que fueron mis parejas.

 Y por qué yo acababa siendo lo que ellos querían que fuera.

 Por qué me sentía ninguneada y manipulada.

 El diagnóstico que le dio la astróloga fue: víctima de pigmaliones.

 Te lo explico mejor: 

 Quería ser aceptada y agradar a toda costa y me olvidaba de mis prioridades, de mis gustos y de mis valores, anteponiendo los de mi pareja o el chico que me gustaba. 

Tenía dos opciones: conformarme diciendo, «es que yo soy así» o trascenderlo.

No sé qué opción elegirías tú.

 En mi caso, una escritora de novela romántica que estaba dispuesta a todo por conseguir una relación de pareja saludable y auténtica, me volví a equivocar.

 Me tomé mi tiempo, en el que fui desarrollando mi intuición, mi asertividad y mi empatía, y mejorando mi confianza conmigo misma. 

Durante esa etapa decidí volver a mis raíces, Barcelona ya me había curtido y ya no era la misma. 

 El amarme a mí antes que buscar el amor ahí afuera tuvo una gran recompensa, pues a los pocos meses conocí al hombre que hoy es mi marido y padre de mi hijo.

Yo había buscado por otros mares, mientras mi alma gemela me esperaba en mi tierra.

¿No te parece una preciosa paradoja?

Cuando le conocí tenía 38 años, así que jamás tires la toalla.

La clave está en no obsesionarse y amarte a tí misma, manteniendo la fe y la confianza.

 ¿Y sabes qué?

 La Carta natal puede ayudarte a mejorar las relaciones.

 La interpretación de una Carta natal va sujeta al nivel de consciencia y sabiduría del astrólogo.

 Por eso sigo cada día trabajando mi inconsciente, para poder aportar una visión elevada de tu camino.

 Al percibir tu mejor versión, tu verdadera esencia, en cada sesión te ayudo de forma instantánea a tomar las acciones necesarias para manifestar esa nueva identidad que elevará tu vibración.

Y que te va a llenar de paz.

Lo mejor de todo es que la vida sigue después de mejorar tus relaciones, con tu identidad potenciada.

 Conocer tu Carta natal en concreto, va a significar un punto de inflexión en tu vida, un antes y un después.

 Vas a descubrir cosas de tí que jamás supiste, pero que a la vez te van a resultar muy familiares.  

 

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